POST INVITADO | El vestidor low cost de Noëlle S

El post invitado de este mes viene de la mano de Noelia, una chica a la que descubrí hace sólo unos meses, pero que me hizo sentir conectada desde el principio con su manera de ver, ser y estar. Está reformando su casa con un presupuesto ajustado y mogollón de ganas, y es una gozada ser partícipe de ello gracias al contenido que nos regala.


Disfruto compartiendo mi filosofía de vida (tranquila, llena de plantas y con una gran devoción por mi perro Ficus) y reparto pedacitos del día a día en distintas redes sociales. Pero, sin duda, mi rincón más especial es mi blog. Empecé a bloguear desde que era adolescente y desde entonces no he parado. En La vie en Noëlle puedo darle rienda suelta a la creatividad y viajar cámara en mano o disfrutar de las pequeñas cosas quedándome en casa hablando de todo un poco. Es mi espacio libre, sin ataduras ni límites.

Concibo los blogs como ventanas hacia el mundo interior de personas que tienen mucho que decir, por eso me siento tremendamente afortunada de haber sido invitada a pasar este agradable ratito en el rincón de Tania. ¡Es mi primerita vez “fuera de casa” y espero estar a la altura!

Para tan bonita ocasión he pensado en compartiros el resultado de la reforma low cost que ha transformado una habitación vacía en mi nuevo vestidor.



¿Qué tienen en común algunas de mis películas favoritas? La escena en la que la protagonista descubre un nuevo y flamante vestidor (tan grande como el piso en el que me crie) para ella solita. Desde siempre he sabido que, por caprichoso y difícil que pudiese resultar, tener un vestidor iba a ser una de las prioridades cuando tocase buscar el hogar definitivo.

Hace poquito nos hemos mudado a ese hogar definitivo y de ensueño gracias a cambiar el bullicio del asfalto por la tranquilidad del bosque de pinos que encumbra las vistas de mi ventana. Gracias a ese cambio (con sus sacrificios incluidos) ahora disponemos del espacio suficiente como para ser más de dos algún día, tener lugares de trabajo por separado y poder hacer realidad la habitación de la ropa. Aunque yo ni siquiera tenga tanta ropa.



Para cumplir este sueño he dispuesto de un presupuesto muy pequeñito. Basta echarle mimo y cariño y disponer a mano de algunos consejos para crear ambientes acogedores. ¡Consejos que os pienso compartir ahora mismo!

La parte del mimo es por reformar este espacio con nuestras propias manos. Esta habitación era la más pequeñita de la casa, justo al lado del dormitorio principal. En cuanto la vi supe que sería idónea para llevar a cabo el proyecto del vestidor. Ya estaba pintada de blanco, pero los carpinteros que colocaron el parquet consideraron esa pared un buen lienzo para escribir a lápiz sus apuntes *respirando hondo*. Además, el polvillo de las obras había calado en ese blanco impoluto por lo que decidimos darle una capita de pintura antes de colocar los muebles. No ha quedado perfecto ni mucho menos. La parte del rodapiés, al haber quitado un zócalo de mayor altura, ha quedado con rebabas un poco bruscas. Lo hemos enmasillado con cariño, pero nuestra falta de experiencia es la que es. Eso sí, ¡te sientes realmente realizada cuando lo ves todo terminado! No es perfecto, es tuyo (que es mejor).



El corazón del vestidor se forma (a falta de ahorrar el dinero para comprar el armario que ocupará el hueco vacío) por dos muebles de Ikea. La cómoda MALM y el burro para ropa RIGGA, 119 euros y 16 euros respectivamente. La mayor parte de mi ropa sigue en el armario de nuestro dormitorio. Gracias a la cómoda podemos guardar sábanas, toallas y algunas prendas de invierno (gorros, bufandas, mantas) sin tenerlas en alto ni ocupando el espacio en el que te gustaría disponer de tu ropa diaria.



Personalmente creo que el mayor acierto de este espacio es el burro para ropa junto al accesorio SKUBB (10 euros) para tener bien a mano mis jerséis. Soy una gran fan de esta prenda y cuanto más mullidos y oversize mejor. Me resulta muy útil que abulten en un lugar accesible que no moleste a otras prendas y que sobre todo me alegren la vista al estar expuestos.



El truco para conseguir que cuatro paredes resulten acogedoras es que plasmemos nuestra alma en ellas. Que saquemos sin pudor nuestros gustos y aquello que nos hace feliz y lo exhibamos de una manera ordenada y lógica para nosotros.

Equilibrar y encontrar la medida exacta es lo que marcará la diferencia para lograr “el aesthetics”. Ten a mano lo que más uses y elige el peluche o el elemento decorativo que sea más especial para que tenga su lugar representativo (¡los excesos nunca son buenos!). En este caso yo he elegido al Simba que me regaló mi marido cuando fuimos a ver el musical de El Rey León (¡sin desmerecer al resto de recuerdos y regalos que guardo en el armario!). El cesto Risatorp también es de Ikea y tiene un diseño precioso, ¡queda bien con cualquier estilo!



La iluminación de la estancia también es algo que debemos tener muy en cuenta y que marcará muchísimo nuestra personalidad. A mí me pierden las lucecitas y tengo muchas más guirnaldas de las que muestro en casa (por aquello de que vas cambiando de gustos y de necesidades). La luz tenue y el valor sentimental de la guirnalda y la lámpara cactus es ideal para convertir el vestidor en una sala para meditar, practicar yoga y relajarse. Aún me falta encontrar la alfombra idónea y terminar de pulir los detalles, ¡pero ésa es la intención!

Para la lámpara de techo hemos vuelto a recurrir a Ikea. Cable, pantalla (BRUNSTA) y bombilla nos ha costado el total de 16,50 euros. La anterior lámpara era boomer, un cuenco de vidrio translúcido pegado al techo (¿¡en qué momento alguien decidió que esa lámpara era una buena idea!?).



El toque verde no puede faltar en ninguna habitación, tanto si tiene buena iluminación o no (recomiendo de corazón las sansevierias y las calatheas para rincones oscuros). El vestidor recibe gran parte de la luz bonita del día así que he adoptado a esta impresionante alocasia en la floristería de mi pueblo (35 euros) para que renueve el oxígeno y llene de vida el silencio de esa habitación. Las cortinas son de Ikea, MATILDA de 15 euros. Literalmente de las más baratas que encontré. Quedan excesivamente largas pero en vez de cortarlas les he hecho un nudo. Decoran y dan intimidad sin perder una pizca de luz, ¡cómo cambia un hogar nuevo en cuanto le pones cortinas!



Vamos terminando el tour por el vestidor centrándonos en los últimos detalles. De mi experiencia estando alquilada descubrí la comodidad de colgar cuadros con ganchos de pegatina, sin necesidad de hacer agujeros. Es por eso que visto mis paredes con ilustraciones y fotografías sin remolonear ni sufrir por las molestias del taladro. El pajarito de esa ilustración es una obra propia que decidí no vender porque le cogí muchísimo cariño. El marco es de Ikea (HOVSTA) y tiene la virtud de que su “cristal” es de plástico por lo que el peso es mínimo para el gancho.

Y este post casi que podría haber sido un #ikeahacks al completo (¡Ikea, págame!) si no fuese por el espejo de cuerpo entero y el puf de macramé, ambos de Maisons du Monde. En esta segunda tienda se pueden encontrar muebles y objetos de decoración de estilos muy variados (desde lo industrial hasta lo más retro) y, aunque sus precios piquen considerablemente más respecto a Ikea, es ideal completar las estancias sencillas y baratas con algo un poco más especial. Como ese queso de cuña que sólo cortas los viernes por la noche o el licorcito de hierbas que guardas en el congelador para cuando tienes visitas. El puf costó 59,99 euros pero vale la pena cada céntimo.



¡Y hasta aquí mi participación en el rinconcito de Petite Blasa! Espero que os haya gustado leerme aunque me enrolle como las persianas. No quiero despedirme sin animaros a que apartéis unos eurillos para invertirlos en mejorar y/o crear vuestro espacio. Antiguamente los muebles costaban un riñón y, por lo tanto, se convertían en monstruos inamovibles con los que tenías que envejecer sí o sí. Las necesidades cambian y no es ningún derroche arremangarse para dar el callo y reformar nuestro hogar (sea perenne o de paso) para hacerlo verdaderamente nuestro. Encontrad esa esquina con luz en la que montéis vuestro rincón de lectura, reservad el espacio del salón en el que trabajaréis en vuestras manualidades, dadle un buen zapatero con puertas de cristal a vuestra colección de bolsos y zapatos. Dadle importancia a cada ramita que amontonáis en vuestro nido porque cuando el mundo sea hostil es ahí donde encontraréis refugio. En vuestro hogar.

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