Os pregunté en Instagram si queríais que os contara en el blog cómo he conseguido tener el pelo bonito, a pesar de no haber tenido buen pelo nunca en la vida, y varias personas me respondisteis que sí, así que aquí está el post que os prometí. Como os dije en stories, no sé exactamente a qué se debe la mejoría, porque he introducido varios cambios en los últimos meses, así que os hablaré de todos ellos y a ver si entre todos sacamos conclusiones.
Pero antes dejadme que os cuente un poco cuál es la historia de mi cabello, para que os pongáis en situación. Nunca he tenido un pelo maravilloso, más bien todo lo contrario: mucha cantidad, muy grueso, rizado, de crecimiento lento, con unos caracolillos horrendos alrededor de la frente… en definitiva, un pelo difícil de domar. Siempre se me ha caído mucho, pero sin embargo parecía mantener constante la misma cantidad. Una cosa buena sí tenía mi pelo, y es que jamás padecía de puntas abiertas ni débiles. Tenía el pelo bien fuerte, bien Isabel Pantoja. Todos los cuidados que le daba eran lavármelo a diario (usando champú y luego acondicionador) y arreglármelo un poco con espuma. Estaba abonadísima a la gama «rizos perfectos» de Pantene, que me iba de cine. No utilizaba secadores ni planchas.
Al llegar a eso de los 18 años, supongo que en parte debido al descubrimiento de las planchas del pelo y demás inventos que tan imprescindibles son para las que tenemos pelo chungo, empecé a notar cambios. Esa cantidad que toda mi vida me había parecido un incordio se fue yendo, hasta quedarme con un volumen de pelo normal, lo cual en un principio no me preocupó en exceso. Lo peor fue que, de repente, los productos que llevaba años usando ya no me iban bien.
Teniendo veintipocos, a causa del estrés de la universidad, se me cayó el pelo de una manera brutal. Si me pasaba los dedos, me quedaba con un mechón de pelo en la mano. Un día me vi llorando en un probador de una tienda de ropa porque el foco que había encima del espejo me dejó ver que realmente me estaba quedando calva, sobre todo en la parte superior de la cabeza. Me asusté. Antes de recurrir a tratamientos costosos, decidí probar primero con un remedio natural: la levadura de cerveza. ¡Ay, amigos, qué descubrimiento! Me nació un buen puñado de pelo nuevo y empezó a crecerme mucho más rápido de lo habitual. Amén de lo fuertes que me dejaba las uñas y lo divino que me dejaba el cutis.
Cuando vi que había recuperado el pelo a un nivel aceptable (nunca he vuelto a tener tanta cantidad ni tan fuerte, pero al menos ya no estoy calva), dejé de tomar levadura de cerveza y seguí con mis cuidados habituales.
Ahora tengo 27 años. Hace unos meses mi pelo se volvió super quebradizo, cosa que nunca me había pasado, y hasta tenía puntas abiertas en tres o cuatro secciones. Un horrorcito, vamos. Intentando mejorar el estado de este mocho que tengo en la cabeza, he ido cambiando algunas rutinas durante los últimos meses y hoy os quiero contar cómo cuido actualmente mi pelo.
LEVADURA DE CERVEZA
Lo primero que hice fue volver a tomar levadura de cerveza. Exactamente la misma que tomaba hace unos años, que es esta de aquí y que se puede encontrar en supermercados. A pesar de que las indicaciones del bote recomiendan tomar entre 8 y 10 pastillas al día, a mí eso me parece una salvajada, de modo que tomo únicamente 6, repartidas entre las comidas. Os juro que me funciona de maravilla: el pelo crece mucho más rápido de lo normal, nace pelo nuevo, las uñas se fortalecen y el cutis mejora una barbaridad. También os digo que el bigotillo y las cejas me aguantan arreglados un suspiro, porque también ese pelo crece más rápido y fuerte, pero a mí me merece mucho la pena.
CHAMPÚ COMÚN DOS O TRES VECES POR SEMANA (+ ACONDICIONADOR)
Aunque siempre he sido de lavarme el pelo a diario, últimamente estoy intentando lavármelo sólo dos o tres veces a la semana. No es tanto por el lavado en sí como porque, cuanto menos me lo lave, menos me lo secaré y plancharé, que a fin de cuentas es lo peor que le puedo hacer a mi pelo. Aunque sigo utilizando este acondicionador de Pantene, me he pasado a este champú de Herbal Essences, que me deja el pelo muy suavecito.
CHAMPÚ SECO ENTRE LAVADOS
No os negaré que cuando me enteré de que existían estos champús, hace unos años, me pareció una soberana guarrada, pero ahora no vivo sin ellos. Realmente dejan el pelo limpio, durante uno o dos días más, y nos evitan estropearlo más de lo necesario con secador, plancha y cosas del estilo. Hasta la fecha he probado varias marcas y de momento me quedo con este de Batiste, aunque no me acaba de convencer el hecho de que tenga color… ¡si me rasco la cabeza, se me llenan las uñas de porquería!
MASCARILLA NATURAL DOS O TRES VECES AL MES
Hace cosa de un mes, me di cuenta de que se me habían caducado unos huevos y de que tenía en la nevera unos aguacates más maduros de la cuenta. Como no soy capaz de tirar comida, decidí hacerme una mascarilla para el pelo con ellos y quedé tan encantada con los resultados que ahora la hago varias veces al mes. Sólo es necesario un huevo, un aguacate muy maduro y un chorrito de aceite de oliva. Aplasto el aguacate en un cuenquito con ayuda de un tenedor, le añado el huevo y el aceite, y remuevo bien. Me lo echo en la cabeza con las manos, aplicándolo por todo el cabello, incluidas las raíces, y masajeando. Me envuelvo la cabeza con film transparente y lo dejo así durante una hora. Luego me quito el film y me doy una ducha lavándome el pelo como normalmente (con un par de champús es más que suficiente para retirar el mejunje). Al salir de la ducha lo peino y seco también como normalmente y el resultado es un pelo tan brillante y suave que parece que acabo de salir de la peluquería.
OTROS PRODUCTOS
Si me seco el pelo con el secador, independientemente de que después me lo planche o no, utilizo este protector de calor de TRESemmé, que además de proteger hace que el alisado sea más profesional y duradero. Si, por el contrario, me dejo secar el pelo al aire, aplico este aceite de Pantene de medios a puntas, que no deja el pelo grasiento en absoluto y que efectivamente ayuda a reparar de manera casi milagrosa las puntas dañadas.
OTROS (des)CUIDADOS
Como habréis deducido por lo que os he ido contando, no he dejado de utilizar el secador ni la plancha. Sé que dañan mucho el cabello, pero en invierno no me gusta llevar el pelo mojado y la única manera de secármelo con dignidad es pasándole luego la plancha. Además, hace un par de meses me teñí el pelo por primera vez en mi vida, utilizando este tinte de L’Oréal, y a mí me da que el hecho de teñirlo me ha mejorado el pelo, por raro que parezca. ¡Ah, que se me olvidaba! Me corto las puntas una vez al mes, normalmente el mismo día en que me tiño el pelo, para matar dos pájaros de un tiro.
¡Y esto es todo! Creo que no me dejo nada en el tintero. Ya veis que no utilizo productos especialmente buenos ni le dedico demasiado tiempo a mi pelo. Simplemente ha sido cuestión de dar con esos productos que a mi pelo le van bien. Bueno, y otra cosa que considero importante es que no pongo mi pelo en manos de nadie: me lo peino, corto y tiño yo solita en mi casa. De esta manera, «las puntas» son eso, las puntas.
Como bonus, os cuento que mi meta ahora es tener melenaza para luego hacerme una media melena cortita, a lo loco.
¿Cómo cuidáis vosotros vuestro cabello? ¿Usáis alguno de los productos que yo uso? ¿Notáis que en otoño se pone más tristón? ¿Qué planes tenéis para vuestros pelos?