Cuando veo las cartas que envían los demás me doy cuenta de que hay personas con muchísima imaginación. Una de las ideas que llevaba tiempo queriendo poner en práctica es la de armar la carta como si fuese una carpetita. Y eso es lo que hice con una de las últimas que escribí; algo sencillo, pero diferente a lo habitual.
Para hacer la carpeta utilicé una cartulina gruesa de color blanco. La doblé por la mitad, la recorté hasta obtener la medida deseada y redondeé las esquinas, que cuando están en pico se estropean enseguida. Decoré la portada con algunos dibujos recortados de una hoja aparte. En el interior pegué dos bolsillos, hechos también con cartulina, y los decoré con un poco de caligrafía señalando lo que contendría cada uno.
Escribí la carta en cuartillas, utilizando ambas caras del papel. Como no sé escribir recto y no me apetecía utilizar plantilla, imprimí líneas de puntos en color gris, con 8 mm de separación. Por último, dibujé gatitos amorfos —mucho más monos que los normales, dónde va a parar— en los márgenes, aprovechando al de la esquina inferior derecha para chivar el número de página con un bocadillo.
A la hora de incluir los mail tags, fui a lo sencillo: blanco y negro.
Así quedaba la carpetita con cada cosa metida en su bolsillo.
Como siempre me gusta incluir algún detalle, añadí sellos de mentirijillas, que en realidad no son más que pegatinas con dibujos y frases bonis.
No tenía ningún sobre bonito lo suficientemente grande para guardar la carpetilla, así que tuve que fabricar uno un tanto rudimentario con papel gordito estampado y washi tape. Escribí las direcciones en pedazos de cartulina blanca, echándole un poco de gracia, y ¡listo!
¿Qué os parece esta idea de decorar las cartas como si fuesen carpetitas? Espero que os haya inspirado para crear cosas bonitas 🙂