No recuerdo cómo supe de este libro, si me lo recomendó alguien o escuché hablar de él en algún lugar, pero el caso es que lo tenía anotado en mi lista de libros pendientes de leer. Por algún motivo, creía que sería un libro chorra de autoayuda (¿tal vez por el título?), pero me llevé una grata sorpresa en cuanto empecé a leerlo y entendí que no podía estar más equivocada.
Khaled Hosseini, el autor de esta novela, es un médico afgano-estadounidense consagrado a la escritura que, a través de su propia fundación, brinda ayuda humanitaria en Afganistán. Al parecer, casi todas sus novelas están ambientadas en su país de origen, acercándonos a la realidad que viven sus habitantes. De momento sólo he leído la segunda de ellas, de la que os hablo hoy: Mil soles espléndidos.
La historia comienza en los años 60, a las afueras de Herāt. Mariam es una niña bastarda que vive con su madre en una covacha; su padre, un hombre adinerado con tres esposas y diez hijos reconocidos, mandó construirla para ellas después de que se descubriera que había dejado embarazada a su sirvienta. A los quince años Mariam se ve obligada a casarse con un hombre treinta años mayor que ella con el que se muda a Kabul. El tiempo pasa y entra en escena Laila, una adolescente que, si bien ha tenido una infancia mejor que la de Mariam, se encamina a sufrir su mismo destino. En un entorno marcado por la violencia política y el abuso doméstico, ambos personajes evolucionan con el paso de los años, hasta principios del siglo XXI, guardando siempre espacio a la esperanza.
Me gustó mucho esta novela. Es interesante conocer otras realidades que a mí, por suerte, me resultan tan ajenas. El vínculo que se forja entre Mariam y Laila es maravilloso; ese momento en el que entienden que deben luchar juntas en el mismo equipo me hizo reflexionar acerca de que tal vez las mujeres hubiéramos conseguido ciertos derechos mucho antes si hubiéramos estado más unidas.
Además del contenido en sí, también me gustó la manera en que está escrito; se hace muy agradable de leer.
Una de las frases que se me quedó grabada la dice la madre de una de las protagonistas cuando ésta es sólo una niña.
—Aprende esto y apréndelo bien, hija mía: como la aguja de una brújula apunta siempre al norte, así el dedo acusador de un hombre encuentra siempre a una mujer. Siempre. Recuérdalo, Mariam.
Después de este primer contacto con el autor, me quedo con ganas de leer sus otras novelas.
¿Vosotras habéis leído algo de Khaled Hosseini? ¿Conocíais este libro?