¡Se inaugura el verano en el blog!
Qué mejor manera de empezar esta época del año que matando estos calores del infierno con un helado de vainilla casero. Desde que una amiga me pasó la receta no he dejado de hacerlo, porque es super fácil y me encanta el sabor que tiene: como a Mikolápiz (si sois de mi quinta, creo que ya os he convencido). Os dejo la receta con unas medidas poco exageradas, para que luego no me culpéis de los kilillos de más 🙂 Ya sabéis que con el azúcar y la vainilla podéis jugar hasta que deis con el dulzor y la intensidad de sabor que más os guste. Si no queréis que os quede muy dulce, echadle menos azúcar de la que le echo yo.
Los ingredientes son pocos y se consiguen fácilmente. Prefiero la esencia de vainilla que es oscura y viene en botes más grandes, pero no tenía y utilicé esta que veis aquí.
Se separan las claras de las yemas, reservando cada yema en un vasito diferente, porque luego se añaden por separado. Le metí todo el dedaco a uno de los huevos y se rompió la yema, así que si os pasa no os preocupéis, que tampoco es el fin del mundo.
En un recipiente se baten las claras a punto de nieve.
Se añaden tres cucharadas y media de azúcar, poco a poco, mientras se remueve con cuidado.
Se añaden también las dos yemas, una a una, removiendo hasta que se consiga una mezcla homogénea. Por último, se añade la esencia de vainilla y se remueve otro poco.
En un recipiente aparte se monta la nata junto con las tres cucharadas de azúcar que todavía no se han utilizado.
Se mezclan el contenido del primer recipiente y la nata montada. Se remueve bien, hasta que tenga un color homogéneo (vainilla o amarillo, depende de qué tipo de huevos utilicéis).
Se mete la mezcla en un recipiente y se deja en el congelador durante unas cinco horas.
Si queréis añadirle algo sólido al helado (pepitas de chocolate, frutos secos…), podéis hacerlo cuando el helado ya lleve una o dos horas en el congelador y empiece a tomar consistencia. Lo sacáis del congelador, le añadís lo que queráis, removéis bien y lo volvéis a introducir.
Si lo que queréis añadirle es algo más bien líquido (dulce de leche, siropes…), podéis hacerlo antes de meter el helado en el congelador. Ponéis en el tupper una capa de helado y añadís algún que otro chorrete de lo que queráis; luego otra capa de helado y otro chorrete… y así.
A la hora de servirlo, podéis darle un toque con sirope, dulce de leche, miel…
Esto es todo por hoy. Espero que no se os haya hecho poco, pero los exámenes no me dejan tiempo para nada. El próximo lunes más, ¡y espero que mejor!