Mis amigas por correspondencia pueden dar fe de que soy bastante tardona contestando cartas. Como sabéis, me encanta decorarlas y eso lleva su tiempo, así que suelo esperar a tener un buen rato libre para poder escribirlas con calma.
Aunque las cartas ya contestadas las guardo en una caja ordenadas por remitente y fecha, las que todavía no he contestado las dejo sobre mi escritorio esperando su momento. Visto que suelo tener unas cuantas cartas acumuladas en ese montoncito, decidí que era hora de hacer un recipiente para ellas: una especie de buzón abierto. ¡Veréis qué fácil!
Utilicé una caja de galletas de cartón gordito, en lugar de una caja de cereales, para que pese más y así evitar que se vuelque con el peso de las cartas. Recorté unas cuantas partes de la estructura de cartón, utilizando un plato para redondear las paredes laterales, y uní las zonas que lo requerían con celo ancho.
Forré el exterior de la caja con papel kraft (dejando a la vista el revés), pieza por pieza, recortando las figuras con las medidas exactas y pegándolas luego con pegamento de barra. Iba a utilizar dos capas de papel, pero me gustó cómo se adivinaba el dibujo de la caja a través de él y finalmente no lo hice. Para rematar el forro, pegué washi tape sobre todos los bordes y uniones. En las partes redondeadas lo fui pegando a trocitos pequeños, para poder hacer bien la forma de la curva. Me parece importante utilizar un washi de los que pegan bien, porque si no luego se irá despegando y dará un aspecto feísimo.
Para que el buzón no quedara tan soso, escribí «Correo» en un rectángulo de cartulina blanca, le quité las esquinas con un taladro y dibujé una línea a lo largo de todo el contorno.
¡Y listo! No podría ser más simple. Si os hace falta un buzón de este estilo para guardar alguna cosa, os animo a hacerlo porque apenas se necesitan un par de materiales y en un ratín lo tenéis hecho.
Espero que os haya gustado y que lo hagáis en casa. ¡Y que me enseñéis luego una foto, claro! 🙂