Siempre he querido tener mi propia casa, no tanto por la parte de la posesión en sí misma, que me da un poco igual, sino por manejarla a mi antojo: tirar paredes, cambiar suelos, decorar como me venga en gana y llevar a cabo todas esas ideas locas que se me ocurren.
El invierno pasado decidí que 2020 iba a ser el año en que comprase, por fin, mi propio piso. Porque ya sumo 30 veranos y no quiero morir con la hipoteca a medio pagar. Pero vino toda esta película de ciencia ficción y apenas he hecho una búsqueda muy superficial.
Mientras tanto, voy cogiendo ideas de cómo me gustaría que fuese mi casa y quiero compartirlas con vosotras. No es fácil encontrar imágenes que ilustren esas ideas, porque algunas son muy particulares, pero entre las fotos y las palabras… maloserá.
Quiero empezar por la cocina, porque es una de las estancias a las que más importancia doy en una casa. No es que me encante cocinar, pero por algún motivo asocio este rincón con ese sentimiento de hogar que todos buscamos.
Partiendo de lo básico, la cocina de mis sueños es más bien pequeña. Un tamaño que me permita moverme con comodidad, por supuesto, pero que no robe espacio del resto de la casa. Un par de metros de encimera, quizás una pequeña isla, los electrodomésticos básicos, un buen fregadero, mobiliario de almacenaje y ya. Ni siquiera estoy segura de que tenga una mesa; como mucho, una barra para cuando coma sola.
Algo que tiene mi cocina actual y que también tiene la cocina de mis sueños es una ventana que da a la calle y que está dispuesta de manera que la luz llega a toda la estancia. Me da la vida y es una cosa de la que no quiero prescindir.
Si bien no tengo claro qué tipo de suelo quiero, sé que las paredes y los muebles son una explosión de color. Me llama muchísimo el rosa, pero tampoco le digo que no a un verde oscuro. En lo que respecta a los azulejos, me mola que hagan contraste con el color de la lechada.
La encimera imita el veteado del mármol, porque me parece que combina muy bien con los muebles de colores. La opción B es la madera, pero no la veo tan cómoda de limpiar.
En cuanto al almacenaje, salvo un armario cerrado a modo de despensa y algunas puertas en los bajos de la encimera para guardar cacharros feos, el resto de cosas están a la vista, colocadas en baldas: tarros con graneles, vajilla random, especias, etc.
Y, por supuesto, la cocina de mis sueños tiene plantas. Entre bastantes y muchas. Algunas de ellas aromáticas, para utilizarlas en los platos.
Si habéis leído hasta aquí, imaginaréis que no me va mucho el rollito minimalista todo al blanco que tanto se ve en Instagram. Necesito que mi casa refleje mi personalidad y si algo está claro… ¡Es que la mía blanca no es!
Continuaré con esta línea de posts poco a poco. ¿Cuál es la siguiente estancia de la que queréis que os hable?
Y ahora contadme… ¿Cómo sería la cocina de vuestros sueños? ¿Ya la tenéis o es un proyecto?