¡Hola, hola!
Hace unas semanas una amiga estuvo de cumpleaños y quise empaquetar su regalo de manera un poco especial, sin necesidad de dejarme un dineral en materiales ni perder mucho tiempo preparándolo. Os voy a explicar qué fue lo que hice, para que veáis que con un par de detalles sencillos se puede conseguir un resultado bien bonito.
Los regalos eran una blusa, un jersey y una cajita llena de cookies hechas por mí. Sumaban el volumen ideal para meterlo todo en la caja en la que me enviaron el último pedido online que hice a Zara y que estaba en un rincón de mi habitación esperando su momento.
Opino que, a la hora de presentar algo, jugar con las combinaciones de colores es una apuesta segura. En esta ocasión, las pautas a seguir eran claras: azules, rosas, naranjas y estampado floreado. Con pistas como estas es difícil meter la pata.
Lo primero que hice fue preparar la caja tapando el logotipo, que aparecía en tres lugares diferentes, con un poco de fabric tape. No tengo foto del resultado visto de cerca, pero se deja entrever en las últimas imágenes.
Quería añadir un par de etiquetas y, como no tenía, las hice yo misma con unas tarjetas kraft, sirviéndome de unas tijeras y una taladradora para papel.
Doblé el jersey y la blusa (¡no le digáis a mi madre que en realidad sí sé doblar la ropa!), colocando uno sobre otro. Anudé una cinta alrededor y añadí su etiqueta correspondiente.
Para meter las galletas en la caja, coloqué un poco de papel de seda y unas servilletas (quedaban feas, pero no quería que se ensuciase la caja por dentro). Añadí también una cinta con su etiqueta.
Ya sólo faltaba meter los regalos en la caja y darle un toque de color.
¡Tachán! Con un par de detalles envolví un regalo de una manera un poco diferente. Porque, aunque lo importante es el interior, las cosas envueltas con gracia entran mejor por el ojo, ¿no? 🙂
¿Le dais importancia al packaging? ¿Cómo habéis envuelto el último regalo que habéis hecho? ¿Soléis entregar los regalos en cajas?