¡Hola!
Como os contaba aquí, hay un nuevo miembro en mi vida: la máquina de coser, también conocida como Alfalfa. La estrené este pasado miércoles y creo que tendría que haberme grabado en vídeo para que todos os echaseis unas risas a mi costa. Parecía estar protagonizando un anuncio de la teletienda: «¿Cansado de los complicados manuales de instrucciones que nadie comprende? ¿No entiendes por qué el hilo del carrete tiene que pasar por trescientos cincuenta y siete sitios antes de llegar a la aguja? ¿Quieres aprender a utilizar tu máquina de coser, pero temes que prenda fuego? Eso se acabó con el increíble libro Sewing For Dummies. Si llamas ahora mismo, gracias a esta exclusiva oferta de televisión, recibirás de regalo un poco de talento».
Dejando a un lado la broma, sí quiero conseguir un libro bueno y completo, con proyectos sencillos explicados paso a paso, fotografías incluidas. Si sabéis de alguno, comentádmelo, porfi. Os cuento un poco mi aventura.
Lo primero que hice fue devanar la canilla. Se ve que, con la emoción, me pasé pisando el pedal, porque para cuando me di cuenta el carrete se había quedado sin hilo. Me llevó su tiempecillo, pero lo conseguí sin demasiados problemas.
Luego enhebré la máquina. Esto fue, sin duda, lo peor de todo. No exagero si os digo que tardé alrededor de una hora. O los dibujos del manual de instrucciones no son muy representativos o yo tengo un problema de inteligencia espacial. Lo que me pasaba era que no sabía cómo meter la canilla en su sitio: se quedaba sueltecilla y al intentar enhebrar la máquina se enredaban los hilos y se atascaba. Tuve que ver unos cuantos vídeos en Internet para poder conseguirlo. Y menos mal que lo hice, porque estuve a punto de darme por vencida.
Una vez que tuve la máquina enhebrada, cogí la típica camiseta vieja de propaganda y probé todos los tipos de puntadas que tiene la máquina, intentando familiarizarme un poco con ella. Ya os dije antes que el hilo que tenía pensado utilizar se consumió en el devanado de la canilla, así que aproveché la circunstancia para utilizar un hilo de otro color en la aguja. Gracias a los diferentes colores de los hilos, pude apreciar mejor el sistema de costura de la máquina más tarde, al observar las puntadas.
Por ahora, sólo soy capaz de coser en línea recta. He intentando coser curvas, pero me resulta casi imposible; la máquina tiene demasiada fuerza y no soy capaz de guiar la tela a mi antojo. ¿Es normal que pase esto al principio?
La primera impresión es muy buena. Estoy acostumbrada a coser a mano y he alucinado un poco con lo rápido que es coser a máquina. Sostendré siempre que la costura a mano tiene mucho más encanto, pero está claro que para coser ciertas cosas lo mejor es una máquina.
Como curiosidad, os cuento que el momento costura-a-máquina me resultaría más agradable si pudiese cruzar las piernas (cosa que hago siempre cuando coso a mano). Pero, claro… ¡hay que tener un pie en el pedal! ¿No os parece que sería genial coser de pierna cruzada? A lo mejor parece una tontería, pero yo necesito estar bien cómoda cuando hago este tipo de cosas.
Por último, os cuento cuáles son los dos primeros proyectos que tengo en mente y que haré cuando domine mejor la máquina (allá por el 2017): hacer una funda para la propia máquina y convertir un viejo bolso tipo tote bag en un neceser.
¡Os seguiré contando mis progresos con Alfalfa!
Disfrutad del fin de semana 🙂