Mis padres saben que me encantan las cajitas, así que cada vez que compran algo que viene dentro de una, me la guardan por si la quiero. Hace unos días llegaron a casa después de visitar una feria y me dieron una caja de madera: muy sencilla, pero —lo supe en cuanto la vi— con las dimensiones perfectas para guardar todos mis washi tapes.
Como estaba marcada con códigos, decidí forrar la caja con tela de lino color arena. Sabía que el resultado no sería algo muy pulido porque quería aprovechar algunos sobrantes de tela, de manera que parece forrada con remiendos, pero me sigue gustando el resultado. En cualquier caso, el tutorial os puede servir de ayuda aunque utilicéis piezas de tela más grandes.
Sólo necesitaréis una caja de madera, algunos pedazos de tela, unas tijeras, un poco de cola blanca y un pincel. Además, podéis utilizar lápiz y plancha para facilitar aún más la tarea. ¡Veréis qué sencillo!
Empezando desde el interior, pintamos la caja con un poco de cola blanca y colocamos la tela sobre ella, presionando con los dedos. No es necesario cubrir toda la caja con cola; basta con insistir en algunos puntos estratégicos, como los vértices. La tela se irá pringando; intentad no excederos con la cola porque, aun después de secarse, podría dejar la tela de color oscurito, ¡a mí me pasó! 🙁
Al llegar otra vez al centro, después de dar toda la vuelta, hacemos un dobladillo en la tela, que será lo que tape el borde deshilachado que pegamos al principio. Para que coja bien la forma, podemos pegarlo sobre sí mismo con cola y dejarlo reposar durante unos minutos con unas pinzas de la ropa. Nada glamuroso, lo sé. Cuando tengamos un dobladillo digno, lo pegamos con cola.
Si veis que la tela se os queda fofilla sobre los bordes de la caja, también podéis sujetarla durante un rato con pinzas, hasta que la cola haga su trabajo.
Lo que haremos ahora podríamos ahorrárnoslo si la primera pieza de tela fuese lo suficientemente grande para cubrir toda la parte larga de la caja. Como no lo era, lo solucionaremos muy fácilmente utilizando una tira de tela. Para que tape la parte fea de la pieza de tela que pegamos anteriormente, hacemos un dobladillo sobre uno de los lados; con ayuda de la plancha, es pan comido.
Al llegar a las esquinas, cortamos triangulitos en los vértices para evitar arrugas y bultos raros, tanto por la parte exterior como por la interior.
Hacemos lo mismo con la otra tira a modo de remiendo y vamos a por las tapas de los extremos, que en realidad es lo más sencillo de todo. Con ayuda de la plancha, hacemos un dobladillo, a ojo, en dos extremos opuestos de la pieza de tela. En los dos lados que se han quedado sin dobladillo haremos uno de manera que el ancho de la pieza de tela sea el mismo que el de la caja. Tan fácil como colocar la caja sobre la tela y marcar con un lápiz.
Para pegarlo, empezamos por el exterior, colocándolo al ras del borde inferior y de los laterales, para luego seguir pegando la tela hacia la parte interior.
Cuando ya tenemos toda la caja cubierta con tela, sólo tenemos que dejarla secar durante el tiempo necesario. Las manchitas que veis en la imagen de arriba no han desaparecido, así que ya sabéis, ¡no os emocionéis con la cola!
Bueno, no tengo remedio, ¡me enrollo como una persiana! Pero ya veis que es una manualidad de lo más fácil, incluso válida para hacer con niños. Sé que existen telas adhesivas que van genial para estos trabajos, pero ya sabéis que me gusta tirar de materiales normalitos.
¿Soléis forrar cajas o sois más de darles una mano de pintura? ¿Dónde guardáis vuestros washi tapes? ¿Alguna idea sobre qué puedo hacer con la tapa de esta caja?
Por cierto, hace un año os enseñé a hacer una cajita guardatodo con una caja de quesitos, ¡por si queréis más ideas! 🙂