Desde que tengo uso de razón, soy una friqui de la organización y la planificación.
Ya en el instituto, y obviamente también en la universidad, me hacía unos calendarios de estudio de la leche (ponerlos en práctica ya me daba más pereza, ¡ejem!). Cuando compraba ropa, me tomaba las rebajas super en serio. Cada vez que he tenido que tomar una decisión, me pareció natural coger papel y boli para hacer una lista de pros y contras. En definitiva, se me da bien organizarme con antelación y no es habitual que haga las cosas a lo loco.
Además, me gusta el dinero. Esto suena terrible, pero los tiros no van por donde crees. Me gusta como moneda de cambio que me permite conseguir todo aquello que necesito para llevar una vida agradable. No soy ambiciosa, pero opino que sin dinero no se puede vivir, por mucho que el amor y la salud y blablablá.
Como no podía ser de otra manera, desde que empecé a ingresar dinero he sabido administrarlo, lo que me ha permitido no tener que verme nunca en la tesitura de pedir prestado o llegar justa a final de mes, ni siquiera en medio de esta última crisis durante la cual me he visto afectada por un ERTE. Y no creas que llevo media vida trabajando o que gano un sueldazo, porque conseguí mi primer trabajo a los 25 años y mis ingresos están muy por debajo de la media nacional). Con esto quiero decir que todo el mundo que tenga un trabajo remunerado puede ahorrar, en mayor o menor medida.
Por eso he pensado que quizás te interese conocer mis hábitos y trucos para llevar una vida cómoda, con ciertos caprichos, y aun así ver que el dinero en el banco va aumentando cada vez más. Eso sí, ya te adelanto que no se trata de convertirte en millonario de la noche a la mañana, sino de ir acumulando como las hormiguitas. Es preciso tener paciencia, pero la recompensa merece la pena.
No me enrollo más y ¡vamos al lío!
1 | CONTROLA TUS CUENTAS
Este es el punto de partida, innegociable en mi opinión. Es importante que lo registres todo: desde el euro de la Primitiva que echaste la semana pasada mientras esperabas a que llegara tu bus, hasta la moneda de 2 céntimos que recogiste del suelo esta mañana. Puedes llevar el registro como quieras, pero te aconsejo crear una hoja de Excel con este propósito.
Tendrás más presente cuáles son tus gastos fijos y cuáles tus gastos variables. Llevar un registro de las finanzas también te permitirá ver claramente que, salvo situaciones excepcionales, el patrón se repite año tras año. Algunos meses en concreto, inevitablemente, gastas más de lo habitual: los de fechas navideñas, los de festivales de música o un mes en el que se te juntan muchos cumpleaños. Teniendo estas cosas presentes, podrás actuar en consecuencia.
En el próximo post me extenderé en este punto y compartiré una plantilla de Excel para que la uses, explicándote cómo está estructurada, cómo la uso yo y cómo le puedes sacar todo el partido. Es bastante sencilla, pero quizás haya alguien un poco perdido y le pueda venir bien para saber por dónde tirar.
2 | REDUCE LOS GASTOS FIJOS
Todos los meses, sin excepción, sale de tu bolsillo un buen pico de dinero destinado a pagar gastos fijos. Si nunca te has parado a sumar todos esos gastos, a menudo pequeños, te invito a que lo hagas ahora y te eches las manos a la cabeza. Verás que te sobra muy poco para comer y darte algún capricho.
En función de cuál sea tu situación personal, algunos de ellos serán gastos innegociables, otros se podrían reducir y otros podrías eliminarlos de raíz sin grandes consecuencias. Te pongo algunos ejemplos.
En la mayoría de los casos, el alquiler es la partida de gasto más grande a la que nos enfrentamos. Plantéate mudarte a otra casa. Aunque estés contento con el sitio donde vives ahora, nunca está de más tener activadas algunas alertas de correo en diferentes webs de alquileres. Quizás puedas mudarte a un piso más pequeño, o con un solo baño, o sin terraza, o un pelín más alejado del centro de la ciudad. Valora si la pérdida de comodidad se ve compensada por el ahorro que supondría.
Otro punto en el que se va dinero todos los meses es el saco de las suscripciones: plataformas donde ver series y pelis, cajas de libros o maquillaje, tarifa plana de envíos, cuotas de gimnasio, academias de idiomas y un largo etcétera. ¿Realmente estás disfrutando de todas esas plataformas para ver series y películas, o podrías quedarte sólo con una de ellas? ¿Necesitas todos esos productos que recibes o tienes siquiera tiempo u ocasión de utilizarlos? ¿Estás ahorrando con esos envíos gratis o, por el contrario, te estás forzando a comprar cosas todos los meses para que la suscripción merezca la pena? ¿Vas al gimnasio todos los días por los que pagas, o podrías reducir un día a la semana y pagar por lo que realmente estás disfrutando? ¿Acudes a esas clases de inglés, o sigues pagándolas únicamente por si en algún momento te apetece ponerte en serio?
Las facturas de suministros también tienen mucho peso. Lo primero que tienes que hacer es asegurarte de que estás pagando los precios más competitivos del mercado y, de no ser así, cambiar de tarifa o de compañía sin ningún tipo de reparo. Internet, televisión, teléfono, agua, luz, gas… Estúdialo y da el paso. Evidentemente, ahorrarás todavía más si te cortas con esos suministros. Intenta ducharte rápido o cerrar el agua en los momentos en los que te estás enjabonando y no la necesitas. Trata de no poner la calefacción, o ponerla más baja, y usar prendas de abrigo en su lugar. Cocina para varios días. Lava la ropa en agua fría, a menos que sea necesario hacerlo a altas temperaturas. No planches hasta que tengas un buen montón de ropa acumulada; qué coño, no planches. Deshazte de aparatos eléctricos prescindibles como el televisor, la secadora, el microondas o el aspirador.
Otra partida, quizás menos común, son los servicios tipo limpieza o jardinería. Piensa si realmente los necesitas o podrías prescindir de ellos con un pequeño esfuerzo por tu parte. Quizás no quieras renunciar totalmente, pero sí solicitarlos menos a menudo.
Y por último, ¿en serio sigues pagando comisiones a tu banco? Cambia a otro en el que tener una cuenta y una tarjeta sea totalmente gratuito.
3 | REDUCE LOS GASTOS VARIABLES
En lo que respecta a los gastos variables, tanto si son cosas del día a día como si son caprichos que nos damos de vez en cuando, la clave está en buscar sustitutos más económicos o simplemente disfrutarlos menos a menudo. Te pongo algunos ejemplos.
Transporte. Y no me refiero al que puedas usar a diario para ir al trabajo, que más bien sería un gasto fijo, aunque también. ¿De verdad necesitas coger ese taxi? ¿No podrías ir en bus, en bici o incluso caminando? Si eres usuario del transporte público, hazte con la tarjeta correspondiente y asegúrate de tenerla siempre cargada.
Comida a domicilio. ¿No crees que muchos de los platos que pides a domicilio podrías cocinarlos tú mismo con bastante éxito? Pizzas, hamburguesas, pasta, etc. No es tan cómodo como que te lo traigan a casa, pero la diferencia de precio compensa el tener que limpiar luego la cocina. Y además es muy gratificante.
Comida en el trabajo. ¿Tanto te cuesta llevarla preparada de casa? Un táper para comer, algo de fruta para picar a media mañana, un termo con café… En cuanto te acostumbras, deja de parecer un rollazo. Olvídate de máquinas expendedoras, de ir a comer al bar y de pillar ese café de nombre imposible de camino al trabajo.
Bares. ¿Y si, en lugar de pagar medio riñón por una copa que es todo hielo, te tomas las dos primeras en casa? Y ya luego si quieres sigues en la discoteca de turno.
Tabaco. No hace falta que diga nada, ¿no?
Estética. ¿De verdad no te ves capaz de teñirte las raíces o de depilarte el bigotillo en casa? ¿No podrías hacerte con una máquina cortapelo y cortártelo tú mismo? Entiendo que hay cosas más complicadas (unas mechas, un corte especial, una depilación delicada), pero hay muchas otras para las que estoy segura de que estás capacitado.
Libros y películas. No, no te voy a pedir que dejes de consumir cultura, ¡eso jamás! Pero en lugar de comprar libros o ir al cine, puedes hacerte socio de la biblioteca y disfrutar de un montón de títulos de manera totalmente gratuita.
Y podría seguir, pero creo que ya ves por dónde voy. No se trata de que de repente dejes de disfrutar de todas esas cosas, sino de sustituirlas por otras opciones de vez en cuando. Al final del año notarás la diferencia.
4 | DEDICA TIEMPO A HACER LA COMPRA
La compra de víveres y productos de limpieza merece un apartado propio, y es que no es algo a lo que podamos renunciar; lo único que podemos hacer es optimizarla.
No vayas a diario al supermercado a comprar lo que necesitas para pasar el día, porque vas a echar al carro productos que no vienen a cuento y al final se te va a poner la cosa en el doble de lo que debería. Lo ideal es ir una vez a la semana o incluso una vez al mes. Todo dependerá del número de personas que seáis en casa y de otras cosas aparentemente banales como, por ejemplo, el tamaño de tu congelador.
Te recomiendo destinar un armario de la cocina a crear una despensita donde puedas almacenar productos con fecha de caducidad lejana como conservas, cereales, legumbres, pasta, etc. Esta despensa la surtirás aprovechando ofertas tipo 3×2 o segunda unidad a mitad de precio, fijándote siempre en las fechas de caducidad, que a veces los productos están en oferta precisamente porque van a caducar próximamente. También puedes hacer lo análogo en el cuarto de baño o en el armario de limpieza con los productos pertinentes.
Debes planificar los menús semanales con la mayor precisión posible, incluidos desayunos y meriendas, de modo que tengas una idea bastante clara de los ingredientes que vas a necesitar. Ten una libretita en la cocina (o utiliza el teléfono móvil) para ir haciendo la lista de la compra según veas que los productos se van agotando y no alcanzarán para cocinar los platos planificados. El caso es que cuando vayas a comprar no te olvides la lista y te ciñas a lo que pone en ella, añadiendo únicamente algún producto en oferta para surtir la despensa. Y una vez en el supermercado no te limites a tachar cosas de la lista; dedícale tiempo a comparar precios y elegir la opción con mejor relación calidad/precio.
Aunque tirar de bandejas es muy cómodo (y muy poco ecológico), es más barato comprar al peso en la carnicería o la charcutería. Intenta ir al supermercado a una hora poco concurrida para evitar colas y que no te dé tanta pereza.
A la hora de comparar precios, recuerda que no aparecen marcados sólo por unidad de producto, sino también por medida. Las marcas blancas son una buenísima opción en la mayoría de los casos, sobre todo cuando se trata de productos básicos.
¡Ah! Y no vayas a hacer la compra teniendo hambre.
5 | COMPRA BIEN
Aunque el precio es una variable importante, cuando se trata de productos no perecederos considero que importa más la calidad. Compra productos buenos, pensados para durar muchos años, sin dejarte llevar tanto por el precio o la rebaja de turno. No importa que se trate de ropa, de tecnología, de un mueble o de un coche. Investiga qué marcas ofrecen más calidad y durabilidad. Si además de esto te puedes beneficiar de alguna oferta, genial. Las primeras veces te va a doler el gasto, pero a la larga verás que sale mucho más barato.
Como anécdota te cuento que, desde que pago mi propia ropa, hará unos quince años, nunca he tenido más prendas de marca que ahora. Y, sin embargo, mi gasto anual en esta partida es muchísimo más bajo que cuando compraba a los gigantes de la industria. Son prendas que duran más tiempo y pasan años hasta que necesito reponerlas.
Otra cosa que te aconsejo es que te animes a comprar de segunda mano: ropa, objetos para la casa, materiales para un nuevo hobbie, etc. Si buscas bien, puedes encontrar verdaderos chollos. Del mismo modo, anímate a intercambiar objetos con otras personas: libros, juegos, etc.
6 | ELIMINA TENTACIONES
Esto es una chorrada, pero te aseguro que ayuda. Date de baja de todas las listas de correo que hacen que tu bandeja de entrada se vea bombardeada a diario con mails hablando de ofertas, promociones y ese saldo en tu tarjeta de cliente que está a punto de caducar. Si antes de recibir el correo no necesitabas ese producto, ahora tampoco. Puedes hacerlo fácilmente utilizando herramientas como Unroll.
7 | REDEFINE TU TIEMPO LIBRE
Esto va un poco ligado al tercer punto. Y es que, ¿qué nos pasa, que no sabemos pasárnoslo bien sin gastar dinero?
En lugar de hacer planes consistentes en despilfarrar, redescubre el encanto de un simple paseo, haz un picnic en el parque, organiza reuniones caseras con amigos, aprovecha para visitar museos el día en que la entrada es gratis, ve al cine el día del espectador… ¡Hay muchísimas opciones!
Si tu problema es que acabas siempre en una cafetería, simplemente porque tenías hambre o sed, prueba a salir siempre de casa con un botellín de agua y una pieza de fruta, por ejemplo.
También podemos ahorrar muchísimo a la hora de viajar. Aunque a veces estas cosas surgen a última hora, si vas a hacer un viaje lo ideal es que lo planifiques con tiempo. Encontrarás ofertas tanto en trayectos como en alojamiento. A la ida, puedes preparar unos bocadillos en casa y ahorrar el pico que cuesta la comida en aeropuertos y estaciones, que encima es malísima. Además, a menos que el fin del viaje sea el turismo gastronómico, puedes alojarte en un sitio con cocina y hacer la compra como si estuvieras en tu casa.
8 | TEN METAS
Francamente, mi meta última para ahorrar siempre ha sido no tener que volver a casapadres y poder mantener mi independencia, así de simple. Pero si eso no es suficiente para ti, te aconsejo que te marques propósitos que te haga ilusión conseguir: comprar un coche, pagar la entrada de una casa, hacer por fin ese viaje con el que llevas tantos años soñando, ponerte ortodoncia, etc. Pueden ser tan grandes o tan pequeños como quieras.
Así, cuando decidas caminar en lugar de coger un taxi, no sentirás que estás renunciando a la comodidad sino que estás sumando 10 euros (por decir algo) a esa hucha imaginaria que pagará todos tus sueños. (Sí, si me he escuchado, pero yo qué sé)
¡Y creo que esto es todo! Al menos, son aquellas conductas de consumo de las que sí soy consciente. También ayuda que soy más bien minimalista en cuanto a la acumulación de objetos, de modo que comprar cosas, en general, es algo que no va conmigo.
Pero recapitulemos, que seguro que te he puesto la cabeza como un bombo y no recuerdas lo que acabas de leer.
1. Ten un Excel donde controles tus ingresos y gastos
2. Haz una limpieza de gastos fijos: cancela suscripciones, rebaja tarifas de suministros, prescinde de servicios
3. Sustituye algunos gastos por opciones más económicas
4. Dedícale a la compra la atención que merece
5. Escoge productos no perecederos de calidad, duraderos
6. Date de baja de newsletters de tiendas online
7. Aprende a disfrutar de tu tiempo libre sin gastar dinero
8. Establece metas de ahorro
Existen muchas otras variables que no aplican a mi caso, como los gastos derivados de tener hijos o vehículo propio, pero entenderás que hable sólo de lo que conozco.
Lo que sí quiero que te quede claro es que a ahorrar, como casi todo en la vida, se aprende. Es una cuestión de prueba y error, un camino en el que te vas dando cuenta de qué cosas te funcionan a ti y cuáles no. Y te puedo asegurar que, una vez que entras en la dinámica del ahorro, lo de pensártelo dos veces antes de gastar dinero te sale solo. ¿Realmente te apetece gastar en cinco minutos lo que has trabajado durante meses para ahorrar? Y ahí ya te toca a ti valorar la respuesta, pero una cosa te digo: cuando la respuesta es SÍ, qué bien sienta. Si nunca has sido capaz de ahorrar, te animo a que lo intentes siguiendo mis consejos, aunque sea sólo durante uno o dos meses. Me encantará compartir impresiones contigo porque lo cierto es que es un tema del que podría hablar durante horas.
Hay otra cuestión que está relacionada con el ahorro y es la siguiente: ¿Cómo ganar dinero? Me refiero a unos ingresos extra, al margen del trabajo. No conozco el tema en profundidad, aunque me encantaría, de manera que no me veo capacitada para escribir un post al respecto, pero me gustaría que me chivaras las fuentes de ingresos extra que conoces tú. Por mi parte, sólo te puedo hablar de vender libros de texto y ropa.
Y ahora cuéntame, ¿cuáles son tus propios trucos para ahorrar? ¿A qué gastos te cuesta más renunciar?